¿Conoces ese meme donde alguien hace algo y de repente otra persona se ofrece a hacerlo mejor usando la frase de «aguántame el cubata»?
No sé, igual es una idiotez pero hoy me he acordado de esto porque ayer viví una situación de «sujétame el cubata» pero con un final un poco ridículo.
Esperable, pero ridículo.
Verás, resulta que un amigo mío, Óscar, lleva haciendo los entrenamientos de la academia durante un tiempo.
Concretamente desde enero de este año.
Cuando empezó estaba bastante gordo.
Lo único que ha hecho han sido los entrenamientos de la academia, no ha aplicado nada más.
No le hables de alimentación, ni de descanso ni de nada más.
Solo entrenar.
No es lo que yo recomendaría, pero es su decisión.
El caso es que cuando empezó, era incapaz de hacer flexiones, y eso le frustraba mucho.
En este momento pesa 15 kilos menos que cuando empezó en enero y su condición física ha mejorado notablemente.
Hasta el punto de que ya necesita añadir algo de resistencia para hacer las flexiones porque hacerlas solo con su peso corporal le parece demasiado sencillo.
Pues resulta que el otro día me mandó un vídeo haciendo uno de los finishers que hay en la academia.
Un finisher de pecho, donde uno de los ejercicios son flexiones con los pies apoyados sobre el fitball.
Hizo como 8 o 10 repeticiones hasta que ya no pudo aguantar más la posición y tuvo que parar porque ya le fallaba la estabilidad.
Me mandó el vídeo super ilusionado.
-¡Mira Luis, ya casi llego a hacer 10!
Yo le di la enhorabuena, por supuesto.
Ten en cuenta que hace apenas un año no era capaz de hacer ni una sola flexión sobre el suelo.
Por eso lo valoro tanto, porque sé de donde viene.
Por eso y porque yo también he hecho ese finisher muchas veces y aunque hago bastantes más repeticiones que él, sé lo que cuesta hacerlas y jamás se me ocurriría burlarme o despreciar ese esfuerzo.
Pues este amigo ha ido enseñando muy orgulloso ese vídeo a gente dentro de su entorno.
Y curiosamente, casi todos le responden lo mismo.
-Te caes del fitball porque necesitas más fuerza en el abdomen.
Lo irónico de esto es que ayer viví esta situación en mi propia casa.
Estábamos Óscar, otro amigo y yo.
Y a Óscar se le ocurrió la idea de enseñarle el vídeo a este otro amigo.
Su contestación fue la esperable.
-Tienes que trabajar más el abdomen eh.
Lo que este amigo no esperaba es que apareciera yo con un fitball en las manos.
Lo puse en el suelo y le dije:
-Enséñame lo que quieres decir.
Se subió al fitball y no completó ni una sola repetición.
Me hizo mucha gracia porque es una parodia de lo que pasa en la vida real.
El que más habla es el que más tiene que callar.
Por eso yo siempre he seguido el consejo de no aceptar críticas constructivas de alguien que no haya construido nada nunca.
Porque es curioso que la gente que mejor condición física tiene son los que más se van a alegrar de tus logros, mientras que la gente que apenas puede andar un poco rápido, serán los que primero te sacarán los defectos.
Sea como sea, esta es la realidad de muchos alumnos de la academia.
En el momento en el que empieces a destacar, tu entorno intentará desacreditarte, desanimarte y por qué no decirlo, hundirte.
¿Es porque son malas personas?
No, es porque son humanos.
Y a los humanos no les gusta que otros humanos sean mejor que ellos.
Porque cuando tú le enseñas un logro a otra persona, le estás recordando que tú estás haciendo algo para mejorar y la otra persona no lo está haciendo.
Por eso la única arma que le queda es intentar echar por tierra tu esfuerzo.
Lo he visto decenas de veces en diferentes contextos. Es una situación común para muchos alumnos de la academia.
Por eso yo siempre digo que mi trabajo es ayudar a gente normal, a que deje de ser normal.
Y cuando dejas de ser normal, eso le escuece a la gente que sí que es normal.
En fin, para dejar de ser normal, puedes apuntarte a la academia desde aquí.