Una de las partes de mi trabajo consiste en responder preguntas.
A veces, las mismas preguntas.
Una y otra vez.
No es algo que me moleste, yo siempre digo que no existen las preguntas tontas, porque aquel que hace una pregunta es porque está esperando encontrar una respuesta que ahora mismo no tiene.
Pero hay preguntas que me cuesta entender.
Por ejemplo, en 2018 tomé la decisión de dejar de beber.
No es que bebiera demasiado, pero simplemente me di cuenta de que no me ayudaba en nada y decidí dejar de hacerlo.
Pues desde entonces, en cada fiesta o evento social donde hay alcohol, siempre me encuentro en la misma situación.
Persona aleatoria: -Venga, vamos a pedir un chupito.
Yo: -No bebo, gracias.
Persona aleatoria otra vez: -¿Y eso?
Me hace gracia esa pregunta «¿Y eso?».
Te hacen la pregunta mientras te miran de arriba a abajo intentando averiguar cuál es tu problema.
¿Quizás tu padre se emborrachaba y te pegaba de pequeño?
¿Mataste a alguien borracho con el coche?
¿Estás tomando medicación psiquiátrica?
Algo te tuvo que pasar para que hayas decidido no beber.
Parece que tienes que justificar tu decisión de no intoxicarte.
Sin embargo, esta situación no se da a la inversa.
Vemos tan normal que alguien se envenene bebiendo alcohol, que hacerlo no necesita justificación.
Pero la pregunta sería precisamente esa: ¿Y tú por qué bebes?
En cualquier caso, bebas o no bebas, esto te lo cuento solamente para que entiendas que hay preguntas que deberíamos replantearnos.
Te pongo otro ejemplo:
Hace unos días alguien de mi entorno me preguntó que de donde sacaba la constancia para llevar tantos años entrenando.
De nuevo, es una pregunta que no entiendo.
Tienes 2 piernas, 2 brazos y un corazón.
Tienes la capacidad de fortalecer tu cuerpo
Tienes la capacidad de hacerlo más resistente.
Tienes la capacidad de retener la juventud.
Tienes la capacidad de mantener tu vitalidad.
Tienes la capacidad de incrementar tu energía.
Lo tienes dentro de ti.
Así que la pregunta no es por qué entreno yo.
La pregunta es por qué no entrenas tú.
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Hola Luis. Gracias por este episodio. Me siento súper identificado. En 2020 yo también tomé la decisión de dejar de beber y en general hacer un cambio completo en mi vida. Pero a diferencia de ti, yo si bebía bastante. El alcohol era parte de quien era. Y ahora a la gente le choca demasiado cuando digo “no tomo gracias”. Vivo, o vivimos todos, en una sociedad que ha normalizado tanto el consumo de alcohol, que el que no bebe es un bicho raro. Lo mismo con mis nuevos hábitos alimenticios y de deporte. Somos “raros” buscando un bien superior futuro, pero el precio a veces es sentirse aislado del entorno.
Saludos desde Ecuador.
Así es… Muchas gracias por compartir tu experiencia ¡Nos seguimos escuchando!