Hace unos meses decidí cambiarle el nombre a mi programa de coaching por programa de optimización corporal.
Con todos esos «coaches» saliendo como setas, pensaba que la palabra estaba perdiendo valor y además no reflejaba del todo lo que yo hacía.
Mi trabajo es ayudarte a optimizar tu forma física y tu estilo de vida.
Pero ahí está la clave: Optimizar.
Optimizar no significa optimizado.
Verás, imagina que este proceso de mejora física fuera como una carretera de doble sentido.
Una carretera que va desde el punto A al punto B.
Y tu objetivo es llegar a B.
Pero resulta que «B» es un sitio inhabitable.
Imagina que es un sitio donde no hay trabajo, no hay vivienda, no hay hospitales y no hay apenas nada para vivir.
Eso es la optimización.
Cuando llegas al final del camino (al punto B) te das cuenta de que has optimizado tu estilo de vida al 100%.
Solo comes alimentos naturales, sin procesar, orgánicos y del terreno.
Entrenas musculación 4-5 días a la semana, con una concentración ejemplar, en el gimnasio con el mejor equipamiento.
Haces tu cardio en «Zona 2» durante 30 minutos religiosamente 2 veces por semana.
Tu descanso es impoluto. Ahora duermes en otra habitación diferente a la de tu pareja, con unas tiras nasales para abrir las vías respiratorias y un esparadrapo en la boca para evitar el bruxismo.
A las 8 de la tarde se apagan las luces de tu casa, como en Alcalá Meco.
Tienes un teléfono sin conexión a internet y solo activas el wifi un par de horas al día.
No compras nada que venga envuelto en plástico y solo usas ropa de algodón orgánico.
Eso es el punto «B». Eso es tener un estilo de vida optimizado.
Pero al mismo tiempo, es un infierno para el 99% de las personas.
Por eso en «B» solo está el 1%.
No es un lugar para casi nadie, pero al mismo tiempo, todo el mundo quiere ir allí.
Y cuando llegan, se dan cuenta de que no lo pueden soportar, así que vuelven al punto «A».
Eso es lo que nadie te cuenta de la optimización.
La gente se preocupa de los detalles más absurdos con tal de optimizar su vida al 100% sin darse cuenta de que cuando llega un cierto umbral, cada paso que te acerca a la optimización, te reduce tu felicidad.
Ese umbral es diferente para cada persona, y mi objetivo es que alcances ese umbral.
Es decir, buscar un punto intermedio entre «A» (donde estás ahora mismo) y «B» (donde todo está optimizado).
No te confundas, esto no significa que no debas de poner trabajo.
Trabajo tendrás que poner. Pero tendrás que ponerlo en los sitios adecuados.
Preocuparte del índice glucémico de la sandía o de hacer una terapia de luz roja no es poner el trabajo.
Es diluir tus esfuerzos.
Y a eso es a lo que me dedico en mi Programa de Optimización Corporal, a evaluar tu estilo de vida actual y diseñarte un plan donde modificando lo mínimo posible, puedas optimizar tu estilo de vida lo máximo posible.
Y luego seguiremos optimizando, priorizando siempre lo que más retorno te va a traer.
Hasta que llegues al «sweet spot» que dicen los americanos.
Aquel punto en el que no estés dispuesto a dar más o el punto en el que las ganancias sean tan marginales que no te merezca la pena apretar más el acelerador.
Yo no sé cuál será ese punto para ti, y probablemente tú tampoco lo sepas. Pero si quieres descubrirlo, puedes unirte a mi programa desde aquí abajo: