Mira, una de las cosas que siempre se dice es que «para gustos, los colores».
Esto significa que hay gente que le gustan unas cosas y gente que le gustan otras.
Pero eso es lo que se dice, porque luego cuando a ti no te gusta una cosa que a los demás si, te intentan convencer de que te guste a ti también.
A mi me pasa siempre con las películas de terror.
No me gustan nada, nunca me han gustado.
Y durante toda mi vida, he escuchado continuamente bromas y burlas simpáticas sobre esto.
Que si soy un cagao, que si es que me dan miedo, que si tal y que si cual.
Se ve que lo de «para gustos, los colores», solo vale cuando tus gustos son los mismos que los de la otra persona.
Lo que me parece irónico es que casi todo el mundo va al cine a pasar miedo, cuando lo que les debería dar miedo de verdad es su vida real.
Y eso es lo que a mi me aterroriza.
Que suene el despertador a las 7 de la mañana
Pulsar el botón «posponer» del despertador 3 o 4 veces
Café para «ser persona».
Atasco camino al trabajo
8 horas en un trabajo que odio
Atasco camino a casa… otra vez
Discutir con mi pareja que se ha convertido más bien en una compañera de piso que en mi pareja.
Ver la tele hasta caer rendido en el sofá.
Repetir.
Eso es lo que realmente me da miedo.
Me da miedo que llegado el momento mire atrás y piense: «Joder, ojalá me hubiera esforzado más».
Te aseguro que si me arrepiento de algo, no será de no haber visto suficientes pelis de miedo.
Al final, si esperas mucho para ti, deberías esperar mucho de ti.
Por eso cada día me esfuerzo en ser mejor que ayer.
Y por eso creo que tú también deberías hacerlo.
Porque da igual que te gusten o no las pelis de miedo, lo que importa es cómo enfoques el miedo en la vida real.
Para ilustrártelo un poco mejor, voy a compartir contigo este poema de Kahil Gibran:
«Se dice que el río antes de entrar al mar tiembla de miedo.
Mira hacia atrás a todo el camino que ha transitado.
Desde las cimas de las montañas hasta el largo y sinuoso camino atravesando bosques y pueblos.
Y delante de él, ve un vasto océano, que al entrar parece que todo vaya a desaparecer para siempre.
Pero no hay otro camino.
El río no puede ir hacia atrás.
Nadie puede ir hacia atrás.
Volver hacia atrás es imposible.
El río tiene que asumir el riesgo de adentrarse en el mar. Solo así el miedo desaparecerá porque ahí es donde el río sabrá que no se trata de desaparecer en el océano, sino de convertirse en el océano.
Sea como sea, yo me dedico a ayudar a gente como tú a mejorar su forma física y su estilo de vida.
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Cuesta lo mismo que lo que te gastarías una tarde en el cine.
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