Sobrecarga progresiva y el círculo del entrenamiento

¿Qué es realmente la sobrecarga progresiva?

La sobrecarga progresiva es uno de esos conceptos que se mencionan hasta la saciedad en el mundo del fitness, pero que muy pocos comprenden realmente. Se repite como un mantra: “tienes que aplicar sobrecarga progresiva para progresar”, pero lo que muchos entienden por sobrecarga progresiva es solo una parte de la historia.

La mayoría de la gente asocia este término exclusivamente con levantar más peso o hacer más repeticiones. Si bien eso forma parte del concepto, es una visión bastante miope de lo que significa sobrecarga progresiva. Porque la sobrecarga progresiva es un principio fisiológico que nos viene a decir que si el cuerpo no se enfrenta a desafíos nuevos, no necesita adaptarse, y por tanto, no mejora.

Pero, ¿Qué significa exactamente «desafíos nuevos»? ¿Más peso? ¿Más repeticiones? ¿Más días de entrenamiento? ¿Más volumen? Pues sí… pero también significa mejorar la ejecución, aumentar la intensidad percibida, reducir descansos, mejorar la técnica, y sobre todo, evolucionar dentro de un marco estructurado de progresión.

Para entenderlo bien, hay que dejar de ver la sobrecarga progresiva como un solo camino y empezar a verla como un proceso dinámico. Un ciclo. De hecho, una metáfora muy ilustrativa para esto es lo que Scott Abel llama el “Círculo de la Intensidad” o como yo lo prefiero llamar: el Círculo del Entrenamiento.

Este modelo describe la evolución del entrenamiento de fuerza como un reloj: la mitad derecha (de las 12 a las 6) representa los primeros años de evolución donde las mejoras provendrán mayoritariamente de progresión cuantitativa —más peso, más días de entrenamiento, más series— mientras que la mitad izquierda (de las 6 a las 12) es donde se afina la calidad del esfuerzo, la intensidad percibida, y se aprende a sacar más rendimiento de menos trabajo.

Y es justo en esa evolución donde ocurre la magia de la sobrecarga progresiva.

https://youtu.be/9aCvnLKh9Jg

Por qué no es solo subir peso o hacer más repeticiones

Uno de los errores más comunes al hablar de sobrecarga progresiva es creer que se reduce simplemente a levantar más peso o añadir más repeticiones. Esta interpretación parcial es la causa de muchos estancamientos, frustraciones e incluso lesiones.

Imagina por un momento que el progreso fuera solo una línea ascendente en la que cada semana añades 2,5 kg al press de banca ¿Cuánto peso crees que vas a llegar a levantar? ¿1.400 kilos? No eres una grúa industrial, así que no puedes pretender que el progreso se siga manteniendo indefinidamente porque el cuerpo humano no funciona así. Tiene un techo biológico, pero más allá de eso, tiene también mecanismos más complejos de adaptación.

Aquí es donde entra en juego el Círculo del Entrenamiento. Este modelo representa dos mitades de un proceso evolutivo. En la primera mitad —los primeros años de entrenamiento— sí tiene sentido hablar de más repeticiones, más volumen y más peso en general. Pero solo porque el cuerpo tiene mucho margen de mejora.

Ahora bien, llega un punto —la transición hacia la mitad izquierda del círculo— en que estas mejoras cuantitativas ya no son tan accesibles, ni tan necesarias. En esa fase, entrenar mejor supera en importancia a entrenar más. Aquí es donde empiezan a contar las mejoras cualitativas: ejecutar cada repetición con precisión quirúrgica, acercarte al fallo real, controlar el tempo y exprimir cada serie al máximo… Básicamente, enseñas al cuerpo a ser mucho más eficiente con cada unidad de trabajo que pones.

De hecho, esa es la diferencia entre un principiante y un avanzado. Si observas a un principiante hacer una serie de 15 repeticiones, comprobarás que las 12-13 primeras no le requieren ningún esfuerzo prácticamente y que de repente, la última repetición notas como que le cuesta un poco más y automáticamente termina la serie. Ha hecho una serie de 15, pero solo han valido 2. Incluso me atrevería a decir que cuando un principiante hace 15 repeticiones, en realidad podría haber hecho 20 o más. Pero cuando tú ves a una persona más avanzada hacer la misma serie de 15 repeticiones, vas a comprobar cómo la primera y la última repetición son muy parecidas, porque es capaz de sacar provecho desde la primera repetición y al mismo tiempo es capaz de llevar al cuerpo más cerca del fallo muscular. Esa es la diferencia. Por eso, cuando hablamos de sobrecarga progresiva, hay que entender que se trata de progresar siempre, pero no siempre igual. Al principio subes los números. Después, subes la «calidad».

El Círculo del Entrenamiento: evolución desde novato hasta avanzado

Para entender el verdadero significado de la sobrecarga progresiva, hay que visualizarla como un proceso cíclico, no lineal. Y ahí es donde entra el concepto que Scott Abel llama “el Círculo de la Intensidad”, porque este modelo resume de forma brillante cómo evolucionamos desde nuestros primeros días en el gimnasio hasta niveles muy avanzados.

Es cierto que muy poca gente llega a la mitad izquierda del círculo porque llegar ahí requiere constancia, madurez física y mucha conciencia del proceso. Pero al igual que ocurre en las artes marciales, aunque poca gente llegue a ser cinturón negro, es esencial entender el proceso de evolución que tienes por delante.

Fase cuantitativa (primeros años): cómo aprovecharla al máximo

Si estás empezando a entrenar, esta es tu fase más agradecida porque en estos primeros años —sí, digo años, no semanas ni meses— tu cuerpo responde con una generosidad brutal a casi cualquier estímulo bien aplicado. Esta es la mitad derecha del Círculo del Entrenamiento, y aquí las reglas son claras: o mejoras tus números o no hay progreso.

Durante esta fase, tu capacidad de trabajo mejora semana tras semana. Puedes entrenar más días, hacer más series, levantar más peso, y mejorar tu técnica de forma muy rápida. Y lo más importante: tu cuerpo lo tolera bien. De hecho, si no estás progresando de forma medible durante esta etapa, es que algo está fallando.

Lo digo sin rodeos: si en tu primer año no estás mejorando tus marcas, repeticiones y volumen de trabajo, no estás obteniendo resultados. Por eso, en esta etapa especialmente es imprescinfible tener un diario de entrenamiento donde vayas anotando todas tus variables (ejercicios, series, repeticiones, días que entrenas…). Cuanto más apuntes, mejor, porque todo eso que apuntes debe ir incrementándose con el paso del tiempo, y si no están incrementando, es que el estímulo no está siendo el adecuado.

Por eso, en mi programa Lanzadera —que puedes descargar gratis desde aquí— recomiendo incluso entrenar siete días por semana. ¿Es eso una locura? Para un avanzado, sí. Para un principiante, no. Porque un principiante se lo puede permitir. Su nivel de daño muscular que va a poder generar incluso entrenando todos los días no va a ser una barrera, y es el momento ideal para construir esa base de capacidad de trabajo.

En esta etapa también es importante también consolidar la técnica. Por eso recomiendo hacer los mismos ejercicios porque cuantas más veces repitas los mismos ejercicios, mejor los vas a ejecutar. Y cuanta mejor sea tu ejecución, mayor será tu margen de mejora. Porque entrenar más es útil, sí, pero entrenar más con buena técnica es exponencialmente más efectivo, especialmente cuando llegues a la segunda mitad del círculo.

Fase cualitativa (cuando avanzas): exprimir cada repetición

Pasados los años de progresión cuantitativa, llega un momento donde añadir más peso, más repeticiones o más volumen deja de ser tan «fácil». No porque ya no se pueda progresar, sino porque el tipo de progreso cambia de forma radical.

Entramos así en la mitad izquierda del Círculo del Entrenamiento, esa zona que pocos alcanzan porque requiere años de constancia y una madurez física que no se obtiene fácilmente. Aquí, el cuerpo ya no responde a más cantidad. Responde a más calidad.

¿Qué significa esto en la práctica? Significa que donde antes hacías cinco series para estimular el músculo, ahora quizás no puedas hacer más de dos. Pero no porque seas más flojo, sino porque esas dos series están hechas con un nivel de esfuerzo, intención y precisión técnica que las hace infinitamente más efectivas que las otras 5 que hacías antes.

Es aquí donde las adaptaciones cualitativas empiezan a destacar. Ya no entrenas solo «hacer más», sino para sacar más partido a cada unidad de trabajo que pones. Cada repetición es intencionada. El tempo es controlado. La conexión mente-músculo está afinada. El fallo muscular es mucho más acertado.

Esta fase requiere, además, una mentalidad distinta. El progreso ya no es tan evidente. y se mide más en sensaciones, en eficiencia, en cómo sientes cada serie. Es menos visible, pero mucho más significativo.

Conclusión: La sobrecarga progresiva es cuantitativa y cualitativa

La sobrecarga progresiva no es solo una táctica. Es un principio que si no se aplica, no tendrás resultados. Pero entenderla únicamente como «más peso o más repes» es no entenderla bien. Porque si bien ese enfoque funciona y tiene sentido, también tiene fecha de caducidad. Y cuando ese momento llega, si no sabes evolucionar, te atrapado en busca de unas mejoras que poco más puedes exprimir.

Y por eso la sobrecarga progresiva no es un concepto estático. Es una progresión de progresiones. Es aprender a exprimir cada fase del entrenamiento según lo que tu cuerpo necesita en ese momento. Es tener un plan. Es adaptar las variables. Es entender que el progreso no siempre se ve en la barra o en la libreta, pero sí se siente en cada repetición bien hecha.

Porque al final del día, la sobrecarga progresiva es la diferencia entre ir al gimnasio… y entrenar.


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