Por qué un enfoque diferente puede ser más inteligente

Decía Marco Aurelio que todo lo que vemos no es más que una perspectiva y todo lo que oímos es solo una opinión.

Y cuando te paras a pensar en la forma en la que aprendemos las cosas, te das cuenta de que es cierto.

Es decir, desde que nacemos vamos aprendiendo copiando lo que hacen los demás.

De tal forma que cuando tú aprendes copiando lo que hace otro, lo más probable es que acabes adquiriendo la misma perspectiva que tenía la persona a quien copiaste.

Esto se repetirá cuando llegue otra persona y te copie a ti.

Por tanto, la misma perspectiva se va replicando una y otra vez haciéndose cada vez más sólida llegando a un punto en el que se nos olvida que solo era una perspectiva y empezamos a creer que es la realidad.

Al final, si tantas personas tienen la misma perspectiva ¿No será eso la realidad?

Puede que esto lo veas como mucha metafísica, pero es necesario que te pares a pensar esto, porque cuando lo haces, es cuando empiezas a cuestionar todo lo que te rodea.

¿Será esto la realidad, o será solo mi perspectiva?

Es lo segundo.

Recuerda, todo lo que ves es una perspectiva.

Por eso cuando tú pisas por primera vez un gimnasio, ves a casi todo el mundo haciendo lo mismo, o al menos cosas muy parecidas.

Tiene sentido que cuando un montón de gente (que encima está fuerte y tiene experiencia) hacen las cosas de una determinada manera, debe ser así cómo se hacen las cosas.

En unos meses alguien nuevo llegará a ese mismo gimnasio y te verá a ti haciendo las cosas de esa misma manera que tú aprendiste.

Dentro de unos años llegará otra persona nueva y se encontrará con la misma situación.

Así es como se perpetúa una misma perspectiva.

Una perspectiva tan clara, tan sólida y tan común que parece imposible que no sea la realidad.

Pero no lo es.

Solo hay una forma de pinchar la burbuja de cualquier perspectiva.

La única forma de romperla es usando la pregunta que más dolores de cabeza te traerá nunca.

¿Por qué?

Cuando abres la puerta a esta pregunta empiezas a verlo todo más claro.

Te das cuenta de que las cosas muchas veces se hacen porque alguien vio a otra persona hacerlas antes.

Básicamente, mono mira, mono hace.

Por eso la gente sigue haciendo los mismos ejercicios dentro de los gimnasios.

Ejercicios que en muchas ocasiones son ineficientes y potencialmente lesivos.

Pero por alguna razón, la gente que ves haciéndolos aprendieron a hacerlos de otra gente que aprendió antes de otra gente a hacerlos.

¿Significa esto que esos ejercicios «no funcionan»?

Si, claro que funcionan.

Pero si te hubieras preguntado el por qué de esos ejercicios, te habrías dado cuenta de que existen muchos otros ejercicios que son más eficientes y que tienen mucho menos riesgo de lesión.

¿Por qué seleccionar unos ejercicios que son menos eficientes en lugar de otros que son más eficientes?

La única respuesta es: La costumbre.

La costumbre es la que hace que una perspectiva se camufle como realidad, y eso es justo en lo que no deberías caer tú.

Al menos según mi opinión.

Por eso mi programa de coaching es diferente, porque todo lo que te aconsejo tiene un por qué y generalmente es muy diferente de lo que hacen otros.

Puedo argumentarte por qué te digo cada cosa que te digo.

Y si no pudiera argumentártelo, es que no sería un buen entrenador.

Pero sí que lo soy, o al menos me considero.

Si tú quieres si soy bueno o no lo soy, puedes inscribirte al programa de coaching rellenando esta solicitud.


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