No eres adicto al azúcar (te lo demuestro)

La razón numero 1 por la que no pierdes peso es porque eres adicto al azúcar. O mejor dicho, porque te dices a ti mismo que eres adicto al azúcar. Pero eso no es del todo cierto porque NADIE es adicto al azúcar.

¿El azúcar es realmente adictivo? Lo que dice la ciencia

Vivimos en una era donde todo lo que nos da placer es sospechoso. Y el azúcar está en el punto de mira. Pero, ¿realmente es adictivo?

Desde el punto de vista clínico, la adicción se define por tres criterios fundamentales:

  1. Pérdida de control: No puedes dejar de consumir la sustancia, aunque lo intentes.
  2. Uso continuado a pesar de consecuencias negativas: Lo sigues haciendo aunque te esté perjudicando.
  3. Síntomas de abstinencia severos: Dejarlo te genera efectos físicos o psicológicos fuertes.

El problema es que el azúcar no cumple estos criterios. Sí, produce placer. Pero también lo hacen la música, el sexo o el ejercicio. Y no por eso decimos que alguien es “adicto” a hacer sentadillas.

Lo que ocurre con el azúcar es una simplificación de la neurociencia: comemos algo dulce, el cerebro libera dopamina, sentimos placer. Pero eso no es adicción. Es simplemente cómo funciona nuestro sistema de recompensa. La dopamina también se libera cuando ríes con amigos o escuchas tu canción favorita.

La trampa del sistema de recompensa: dopamina, placer y confusión

Esta es una de las trampas más comunes: confundir placer con adicción. Sí, es cierto que el azúcar activa los centros de recompensa del cerebro. Pero no es exclusivo del azúcar.

Liberar dopamina no es necesariamente la señal de una adicción. Es la señal de algo que tu cerebro considera valioso. El problema aparece cuando empezamos a pensar que cualquier cosa que nos dé placer “nos tiene atrapados”.

LA prueba más evidente es lo que ocurrió durante la pandemia. Muchas personas perdieron el gusto y el olfato. Y de repente, esas mismas personas que decían ser “adictas al azúcar”, dejaron de sentir deseo por los dulces. Porque sin placer sensorial, no había impulso. Si fuera una adicción real, el cuerpo seguiría pidiéndolo, aunque no lo saborearas.

Entonces… Por qué no puedes dejar de comer dulces

Aquí viene la parte interesante: no es el azúcar lo que te atrapa, sino el contexto en el que lo consumes.

Porque seamos honestos: nadie se mete en la cocina a comer cucharadas de azúcar de forma compulsiva. Eso no ocurre.

Es más, si delante de alguien «adicto al azúcar» colocas una cantidad de fruta y otra de chocolate con la misma cantidad de azúcar, siempre va a elegir el chocolate. Pero si ambos tienen la misma cantidad de azúcar, al adicto le debería dar igual qué opción escoger porque ambas le aportan el mismo azúcar. Pero si sabemos que esto no es lo que sucede, entonces quizás es que no es el azúcar…

Lo que sucede es que los productos que más consumimos compulsivamente (helados, galletas, bombones, bollería) no solo tienen azúcar. También tienen grasa, sal, textura crujiente, olor agradable y se deshacen en la boca con facilidad. Estas son características que utiliza la industria alimentaria para que no puedas parar de comer estos alimentos.

La industria de los ultraprocesados y su fórmula para el consumo compulsivo

Aquí encontramos al causante real de esas «adicciones al azúcar»: La industria alimentaria y su ingeniería del placer.

Los alimentos ultraprocesados no solo contienen azúcar. Contienen un cóctel perfectamente balanceado de elementos que generan hiperpalatabilidad: grasa, sal, textura, baja saciedad y rápida desintegración en la boca.

No es casualidad que cuando abres una bolsa de patatas fritas, no puedas comerte solo una. De hecho, ellos mismos lo decían en sus anuncios:

Cuando haces pop, ya no hay stop.

Y no era el azúcar el que provocaba eso, eran todos los otros factores que hacen que tu cerebro quiera más y más. Porque si el causante fuera el azúcar, la única formulación válida de estos productos sería llenarlos únicamente de azúcar para hacerlos más adictivos, pero eso no es lo que ocurre.

La trampa está en que le echamos la culpa al azúcar, porque es lo más visible. Pero no es lo único. Ni siquiera lo más importante me atrevería a decir.

El verdadero problema son los hábitos, el descontrol y el entorno

Entonces, si no es adicción, ¿Por qué sentimos que lo es?

La respuesta está en nuestros hábitos, el entorno y la falta de control.

Vivimos rodeados de estímulos: supermercados, anuncios, redes sociales llenas de recetas deliciosas… Incluso las «recetas fit» solamente emulan las mismas características atractivas de otras recetas «no fit». Estamos sobreexpuestos. Y la mayoría de los alimentos disponibles son ultraprocesados que además están diseñados para no saciarnos.

Es ahí donde perdemos el control. Porque aunque no seamos adictos al azúcar, sí que existe un patrón de dependencia a este tipo de productos.

Cómo tomar el control de tu alimentación (sin demonizar el azúcar)

Aquí es donde todo cambia. Cuando entiendes que el problema no es el azúcar, sino la falta de control sobre tu alimentación, puedes empezar a tomar decisiones reales.

Por eso yo peso mi comida. No porque tenga ningún problema, sino porque quiero tener el control. Me sorprende que a la gente le choque que pese mis comidas, cuando son precisamente los que no tienen ese control los que más deberían de hacerlo.

Y no te digo que dejes el azúcar. Te digo que pongas orden en tu alimentación. Que dejes de vivir en un caos calórico lleno de ultraprocesados y empieces a construir un plan que se adapte a ti.

Eso es lo que enseño en mi programa de optimización corporal. En la sección “Aprende a comer” te explico cómo diseñar un plan 100 % adaptado a ti, usando alimentos naturales, saciantes y nutritivos, para que comas lo que te gusta, pero sin caer en la trampa de los productos diseñados para atraparte.

Puedes verlo en fitnessenlanube.com/optimizacion

Conclusión: No eres adicto al azúcar.

La próxima vez que digas “soy adicto al azúcar”, piénsalo dos veces.

No lo eres. Solo has creído ese discurso durante tanto tiempo que lo diste por cierto. Pero la ciencia no lo respalda. Tu comportamiento tampoco. Lo que ocurre es que vives en un entorno diseñado para descontrolarte, y necesitas herramientas para gestionarlo.

Así que no, no eres adicto al azúcar.

Pero sí puedes ser dependiente de una forma de comer que te perjudica. Y eso es más importante de entender que cualquier etiqueta.

Cuida de tu cuerpo y tu cuerpo cuidará de ti.


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